Buscar este blog

sábado, 14 de septiembre de 2024

Identidad

    Mi nombre es Gloria, tengo 21 años y estoy en cuarto año de pedagogía. Venía a contar por lo que aún sigo exhausta; sucedido unos días atrás.


    Dejé la casa de mis padres para independizarme cuando me eligieron en la universidad que quería. Voy de vez en cuando al pueblo para reunirme con mi familia, pero la mayor parte del tiempo la paso en mi piso: sola. Antes de mudarme tenía muchísimos amigos, algunos con los cuales sigo manteniendo contacto, pero mi vida social ha disminuido escalón tras escalón desde entonces.

    Ya llevo tres años viviendo en esta ciudad. Es un sitio grande donde parece imposible aburrirse. Boleras, cines, discotecas y restaurantes llenan cada esquina de este lugar, por lo que es fácil cruzarse con diferentes tipos de personas. Aún sabiendo esto, nada podía excusar lo que vi aquel día.
Salía de prácticas y, como de costumbre, pasé a por un café al lado de la cafetería que tenía por casa. Ese día había acabado antes de lo previsto, por lo que decidí que era buena idea darme el capricho de quedarme ahí haciendo la tarea. Ya sabéis, no ir a casa a encerrarme en una burbuja y dejar que pasaran las horas rodeada de soledad.

    En ese preciso  instante, vi por el rabillo de mi ojo cómo una chica vestida exactamente igual que yo entraba por la puerta de la cafetería. Mi mirada se detuvo completamente en ella. No solo su vestimenta: su pelo, maquillaje e incluso mochila de clase eran exactamente iguales. No pude evitar quedarme embobada frente a tal casualidad.
Cuanto más me fijaba en ella, más difícil de creer era lo que estaba viendo. Sus uñas estaban pintadas del mismo color, su móvil tenía una funda exactamente igual a la mía, ¡su cara era exactamente como la mía!
Me asusté. Tanto, que decidí recoger las cosas de la mesa donde estaba para poder ir a casa.
Estuve dándole vueltas toda la noche. Y no solo esa noche, al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente…

    Otro día aconteció y volví a terminar las prácticas a una hora increíblemente temprana a lo pactado. La idea de tomar un café en el lugar donde vi a esa chica estuvo en mi mente todo el trayecto del bus que tomé en el campus, hasta que finalmente decidí ir de nuevo.
Pedí lo mismo de siempre y me senté en uno de los sofás del interior.
Cuando estaba sumergida en mi tarea, la intuición me indicó que alguien familiar acababa de entrar al lugar.


    Era ella.


    Y lo peor no fue eso. Iba vestida exactamente de la misma forma en la que iba yo aquel día. Todo volvió a ser increíblemente igual, incluso las gafas que nunca llevaba y tuve que traer debido a que mis lentillas expiraron esa mañana.
Comencé a asustarme.
Probablemente no fue la mejor decisión, pero volví a agarrar todas mis pertenencias y me fui lo antes posible; tratando de hacer el menor ruido para que no me viera.
Sentía que me estaba volviendo una paranoica. ¿Acaso tengo una hermana gemela y mis padres no lo compartieron conmigo? Y no solo eso, ¿cómo es que hayamos coincidido en complementos y ropa dos días totalmente distintos sin siquiera habernos visto anteriormente? Mi cerebro no entendía nada.

    Ese mismo fin de semana decidí que era una brillante idea visitar el pueblo de mis padres. Así, quizá y de una vez por todas, podría ver algo de luz en este tema tan oscuro y sin resolver. Lo que no sabía, es que mi hermano había parecido tener la misma idea que yo, por lo que acabamos encontrándonos todos en casa.
    Durante la cena, supe que era el momento idóneo para soltar lo que estaba aconteciendo.
    —Creo que me estoy volviendo loca —suspiré.

    —¿Qué dices? —respondió mi hermano en voz alta— ¿A cuento de qué viene eso?

    —He tenido una clase de experiencia… ¿Paranormal? No sé, ni siquiera conozco la palabra adecuada para definirla.

    Ellos abrieron sus ojos como platos.

    —¿Paranormal, dices?

    —Sí —continué—. Hace poco más de una semana encontré a una chica exactamente como yo: pelo, cara, vestimenta… ¡Todo era igual! Cuando  pensaba que había sido una clase de imaginación o algo por el estilo, volví a cruzarme con ella en el mismo lugar. ¡Se veía exactamente como yo! Entiendo que os pueda parecer una tontería, pero es algo que me ha dejado sin dormir estos últimos días.

    Mis padres se miraban entre ellos tratando de creer lo que estaba diciendo. Por otro lado, mi hermano me miraba seriamente.

   —¿Exactamente igual a ti, dices? —preguntó.

    —Sí. Parecía un copia y pega literal.

    —Eso es raro.

    Inmediatamente, se puso de pie dando vueltas alrededor de la mesa; pensativo.

    —¿Estás totalmente segura que no fue por falta de sueño, cariño? —dijo mi madre.

    —No, mamá. Estoy segura de lo que vi. Iba en perfectas condiciones. Es posible que haya podido ser una conincidencia o algo por el estilo, ¿pero dos veces? No lo creo.

    —Si te digo algo, ¿te asustarás?

    Miré a mi hermano, extrañada.

    —Depende de lo que sea que vayas a decirme.

    —¿Has oído hablar de la leyenda de los doppelgänger?

    —¿Doppelgänger? ¿Qué diantres es eso?

    —Verás, no estoy diciendo que sea un fanático de todas esas cosas, pero si lo que cuentas es cierto… —Tomó un par de segundos antes de continuar.— Es lo que más me cuadra.

    —¿De qué estáis hablando? —preguntó mi madre.

    —Bueno, el término doppelgänger es utilizado para definir a una persona o cosa que es idéntica a ti. Algo así como un doble.

    —¿Es eso posible? —sugerí, extrañada.

    —No lo sé, solo estoy sacando conclusiones absurdas en base a lo que he escuchado.

    Mi madre dejó los cubiertos sobre la mesa.

    —¿Y qué es esa cosa? ¿Qué es lo que quiere de Gloria?

    —Aquí es donde toma importancia la pregunta que he hecho hace unos instantes. —Mirándome  fijamente.— Si te lo digo, ¿te asustarás?

    Mi corazón se aceleraba cada vez más conforme transcurría la conversación.

    —Dime.
    —Según la leyenda, los doppelgängers son la representación física del mal. Solo pueden tomar apariencia de humanos, humanos ya existentes en este mundo, por lo que se camuflan entre la sociedad con gran soltura. Se dice que si alguna vez te encuentras con tu propia copia, esta buscará acabar contigo para así solo ella poseer tu apariencia y seguir engañando a sus víctimas.

    Mi padre, el cual había permanecido totalmente mudo hasta ahora, soltó una carcajada que hizo retumbar todo el vecindario.

    —¡Estos jóvenes de hoy en día! —Entre risas.— Todo ese tiempo que pasáis con las consolitas lo deberíais de usar para hacer algo de provecho.

    —De hecho —siguió mi hermano—, es una leyenda muy extendida por todo el mundo.

    —Tonterías.

    Mi padre se dirigió a mí, sonriente.

    —Anda, hija. No hagas caso al colgado de tu hermano. Habrá sido un malentendido, nada más.

    —Pero es que…

    —Ni peros ni nada —dijo, cortándome a mitad de la frase—. Y ahora, vamos a dejar de meternos miedo los unos a los otros y vayamos a recoger la mesa. Ya es tarde y mañana entro temprano a trabajar.

    Cambié la conversación y fui a limpiar los platos, tal y como pidió mi padre.
Algo dentro de mí seguía con la duda acerca de lo que podía ser esa chica, pero decidimos no volver a sacar el tema.
Pasamos el resto del fin de semana con normalidad, hasta que ambos, mi hermano y yo, tuvimos que regresar a nuestro segundo hogar.

    Esta vez fui directa al grano. No asistí a las prácticas del lunes y me pasé por la cafetería nada más salir de la primera clase. Si volvía a verla de la misma manera, la idea de que sea una simple casualidad se esfumaría en un instante.
    Para mi sorpresa, no apareció. Lo único que me resultó familiar fueron dos nombres: los de mis padres. Estos estaban siendo anunciados en la televisión de la cafetería, dando inicio a las noticias de la tarde.


    “Abrimos los informativos con una desagradable y triste noticia. Han sido encontrados los cuerpos sin vida de Gloria Blanco y Julián Torres en uno de los acantilados de la costa de Perla. Al parecer, los cadáveres llevaban semanas en ese estado, tiempo en el que ningún vecino o ciudadano pudo acceder a ellos hasta el día de hoy. Las causas de la muerte siguen siendo desconocidas, pero les mantendremos informados de cualquier avance”.


    Mientras observaba aquella pantalla sin poder creerlo, mi móvil recibió una llamada.


    “Mamá”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Visión

Tenía tan solo 7 años cuando el sentido de la vista me fue arrebatado. Recuerdo despertar aquel día de invierno con esas manchas sin sentid...